Una tiene la sensación de que Andrea Rojas Vásquez escribe con las palabras puras, salvajes, originales; que en su poesía se junta lo cotidiano con la más antigua fantasía; que nos convierte en conejos, en algodones de azúcar o en criaturas mágicas durmientes bajo los astros; que es capaz de escribir del desarraigo armando, con muy poco, una casa en la página, una casa en la que queremos quedarnos por su ternura animal, por la mirada íntima y mínima sobre cada ladrillo, muro, grieta e intersticio. Esta casita de papel nos lleva a todos esos sitios que habitamos, que nos han habitado y que llevamos a cuestas; activa una importante memoria plástica de todo aquello que pensamos hogar: un espacio, un recuerdo, una madre que nos sostiene. La lucidez poética de Rojas nos construye una casa contra la intemperie.
Fuente: Casa de la Cultura Núcleo del Azuay |