Me siento tentado a llamar a Après la reconciliation una película platónica: por un lado, porque su estructura está compuesta por diálogos sobre la filosofía del deseo y el amor. Por otro lado, es también una película sobre el romance contenido: los personajes argumentan, pero no se confiesan, no admiten lo que arrastra sus corazones. Pero entonces, mucho más que platónica, la película de Miéville es shakespereana (un probable descendiente de Platón), y esto se confirma en su sentido del humor sobre parejas disparejas, y en el movimiento de los cuerpos, que hacen de cada espacio un escenario sobre el cual gravitan, como planetas enamorados.
Fuente: Alonso Díaz de la Vega |