Gustavo Faverón Patriau se alimenta de la necesidad de contar historias, de la filosofía de la derrota, de la sonrisa oscura del realismo, del cuento de horror, del delirio de lo fantástico yasí como del humor de lo maravilloso para buscar la unidad, aunque turbia y tambaleante, en los escombros del mundo de hoy. Minimosca atraviesa el umbral de la novela total y la antinovela hacia una nueva forma de ficción y metaficción que puede marcar las décadas futuras.
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